
Así como tú, lo que comes también tiene (o tuvo) vida.
Los alimentos, todos ellos, cuando están
frescos contienen mucho de esa energía vital. El opuesto también es verdad.
Si no llevan pesticidas, preservan todavía
más esa energía, que después de digerida será parte de ti, formando sus tejidos corporales.
Por eso, intenta lo más que puedas comer
alimentos frescos y de la estación. Al elaborarlos evita exceso de procesos
como cocimiento, congelamiento, recalentamiento. Idealmente se pueden comer
ligeramente cocidos a fuego lento o en ollas de vapor. Las especias son muy
recomendables para acompañarlos, pues además del sabor, mejoran la
digestibilidad, favorecen la absorción de nutrientes, disminuyen la formación
de gases intestinales, etc. Comino, curcuma, pimientas, ajo, semillas de
cilantro, clavo, jengibre, nuez moscada, etc… no tenga miedo probarlas.
Procura sentarte en un sitio tranquilo,
estar tranquilo e intenta hablar lo menos que puedas. Pon tu atención en el
acto de comer, mastica bien, despacio, saborea tranquilamente.
Antes de comer, mira bien tu plato y piensa que cada cosa que está allí, va
hacer parte de ti. Piensa y procura tener respecto por los seres que ahora te
alimentan y van a darte energía y salud. Puede parecer charla de locos, pero
eso es reconocer lo sagrado que es alimentarse. Hay quien no lo puede hacer…
Qué sencillo el post y qué claro!!!
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